La teología, como reflexión crítica sobre la praxis histórica a la luz de la fe, se hace importante hoy más que nunca cuando hay ámbitos dentro de la religión cristiana que, al contrario de dar vida plena a la humanidad, hacen que los seres humano vivan en esclavitud y perpetúan aspectos que le quitan su dignidad y sus derechos. No debemos extrañarnos ante esta situación pues el cristianismo es una religión y, por más que algunos quieran negar esto, la religión es un producto cultural humano. No estoy diciendo que todo el cristianismo es un invento humano, sino que la manera en que el ser humano responde ante la revelación de Dios en la historia es, obviamente, humana. Es por lo mismo que no debemos sorprendernos cuando vemos que en la religión cristiana hay una gran pluralidad. Tenemos diversidad de iglesias, diversidad doctrinal, diversidad ritual y diversidad moral. Esto no es algo negativo, al contrario, ya en el Nuevo Testamento vemos que no existe una iglesia, sino una diversidad de iglesias pues diverso es el contexto geográfico, cultural y contextual en donde estas primeras comunidades cristianas siguen a Jesús.
Sin embargo, dentro de esa diversidad hay algo, o más bien dicho alguien, que no podemos olvidar si queremos seguir llamándonos “cristianos” Ese es, obviamente, Jesús llamado El Cristo. La esencia de su vida y su mensaje estaban en dar vida plena a todos los seres humanos. Jesús entendía que sólo se puede obtener esta vida plena cuando dejen de gobernar el egoísmo, el odio, la envidia, la hipocresía, la maldad, la esclavitud, etc. Ese día para Jesús es “hoy”. Hoy el ser humano puede aceptar el Reinado o gobierno de Dios. Gobierno totalmente distinto a los gobiernos que conocemos, pues es un gobierno o Reinado que da vida y libertad. Que no se impone, sino que se ofrece como regalo. Es el sueño que Dios siempre ha tenido. Es el sueño que un día se llevará completamente a cabo en una realidad totalmente renovada (cielo nuevo y tierra nueva en el lenguaje bíblico).
El problema es que el cristianismo como religión establecida olvida muchas veces el sueño de Dios evidenciado en Jesús. No es extraño, repito. Ya en el Nuevo Testamento vemos como otra religión, el Judaísmo, tendía a olvidar el sueño de Dios y ha mostrar que quien gobernaba muchas veces en aquella religión no era Dios sino el egoísmo, el odio, la envidia, la hipocresía, la maldad, la esclavitud, etc. El Evangelio de Marcos nos muestra que la buena noticia del sueño de Dios que Jesús viene ha mostrar y anunciar es sanidad de enfermos, expulsión de demonios (¿? tema para otro post), comunión con los enemigos (Mateo como parte de la comunidad de discípulos), preocupación por la dignidad de las mujeres y los niños, etc. Pero es curioso que la buena noticia, el evangelio, es, en su misma esencia, confrontación con la religión, esto es, denuncia los aspectos en que la religión se ha apartado de los sueños de Dios. La religión judía manifiesta en sí los mismos aspectos que debería erradicar del mundo y la sociedad en general.
Evidente ha sido que el cristianismo ha cometido los mismos errores que la religión Judía. Evidente es en el presente cuando las iglesias evangélicas, asumiendo una falsa obediencia a Dios, niegan los derechos y la dignidad de la mujer y de las minorías sexuales. Se hace evidente para nosotros entonces que el Reino de Dios se manifiesta muchas veces de forma más potente fuera del cristianismo que dentro de él. Evidente es que cuando luchamos contra la corriente religiosa y ponemos nuestros pies en el camino de Jesús podemos terminar en una cruz gracias a nuestros propios “hermanos”. Evidente es entonces que el ser críticos ante las creencias y prácticas del cristianismo, esto es, ser teólogos, es parte de hacer realidad el sueño de Dios.